viernes, agosto 19, 2011

Gafas.

Está claro que aquí vamos a hablar de gafas...y de gafar.

Tenemos aquí, cierta señorita y yo, una perniciosa tendencia a escribir sobre las gafas que nos rodean.
¡Sí!, sobre las gafas.
¿Perniciosa?...
Claro está, porque se acaban gafando.

Extraño juego de palabras éste.

Les explico:
A lo largo de vuestras vidas, compañeros miopes, os iréis encontrando con buenas, y malas gafas.

Gafas de tipo 1:
Son aquellas que te revelan el universo.
Y su típico "mamá, mamá, yo 'me' pensaba que el mundo se veía así", a tus tiernos escasos años.
Con ellas descubres millones de cosas...que hacer, que decir, que pensar, que ver.
Pero lamentablemente la miopía aumenta con los años, y aunque las guardas, tienes que comprarte otras nuevas.

Gafas de tipo 2:
Una vez todo destapado, es hora de explorar.
Éstas ya te vienen a una edad algo más avanzada, incluso ya entrada la adolescencia.
Con ellas indagas e investigas, y pruebas y experimentas con un montón de cosas.
Probablemente en algún aparatoso intento de averiguar si puedes subirte a lo más alto de un bloque de 11 pisos las acabes rompiendo, o quizás ellas decidan dejar de ayudarte y tirarse desesperadamente al abismo.
Y a diferencia de las anteriores, a éstas ya no les tienes tanto cariño, a no ser que sean muy, muy guays, pero es probable que no las conserves.

Gafas de tipo 3:
Pasada la pubertad tienes una miopía considerablemente estable.
Llegas a un punto en el que necesitas seguridad a la hora de buscarte tus nuevas lentes, puesto que esperas que estén contigo bastantes años, a pesar de los cambios de fundas.
Buscas un modelo bonito, cómodo, que no se rompa ni al que se le aflojen los tornillos...de esos que no tienes que decir "es que son estas gafas, que no me dejan ver".
Incluso la mayoría de las veces simplemente aparecen ante tus ojos.
Y dices: "me encajan perfectamente, éstas sí son para mí".

Pero siempre en la vida tenemos algunas gafas de tipo 4:
De éstas que tardas meses, ¡incluso años! en encontrar.
Te las compras con ilusión, las mimas, las limpias, las envuelves en su preciosa y aterciopelada toallita, las miras fijamente durante todo el camino a casa, te emocionas y cuando te las pones y menos te das cuenta...:
¡Maldita sea!, ¡te aprietan!.
Te dan dolor de cabeza, te duelen las orejas. ¡Te aprietan la nariz hasta conseguir que no respires!.
Y es ahí cuando te das cuenta: "No debí comprármelas".
Pero no las puedes devolver porque, muy a tu pesar, en el trayecto a casa les cogiste cariño.
Así que, en fin...te toca soportarlas...
Curiosa relación amor-odio con tus propias gafas.
Te miras al espejo: "Leches, si es que me sientan bien", pero con el tiempo te dejan marcas en el tabique nasal.
Éstas generalmente acaban dándote algún disgusto, y decides guardarlas en el cajón más inaccesible de toda tu casa, donde puedas recordarlas con cariño, pero lo suficientemente lejos como para que no repten por tu cuarto, trepen por tu cama y acaben alcanzándote.

Mi consejo es:
Elígelas con cuidado, no es necesario que destaquen estéticamente, ni siquiera que sean bonitas...Tan sólo que puedan ofrecerte lo que necesitas, y acompañarte en la madurez.
Que aunque sean 3D y tu perfecto globo ocular capte 4D quieras seguir con ellas.
Que acaben siendo parte de ti mismo, y que las extrañes cuando uses lentillas nuevas, o andes cegato por la vida.

Y si eres gafe y todas te salen rana...¡opérate de la vista y a la mierda con todo!

Mercancía
R.O.D

5 comentarios:

  1. Yo he sufrido otras gafas distintas. Por seguir el rollo supongo que serían las 'tipo 0'. Esas que no te hacen falta, pero a un oculista hiperchulo y moderno se le ocurre que en lugar de usar los métodos tradicionales, ponerle unas gafas de miope a un niño sano era lo mas progre en medicina ocular. Al final, lo lógico. El ojo se acostumbra a ver con dichas gafas, y un día te las quitas y... oh! eres miope!! ¬¬

    Salud!

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  2. las mias son las que te niegas a ponerte aunque seas ultramiope y con el paso del tiempo en la estanteria quedan inservibles para cuando las necesitas XD

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  3. Conozco a un par, precisamente también trabajan en este blog, que usan las gafas (gafas, gafas) de higos a brevas... Mal, ¡muy mal!. Así te sube también la miopía.

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  4. A mi me sube la miopía pero por no verte las peras.
    Sí, estoy borracha.
    Uuuuuuuuuuueeeeeeeeeeeee yo soy unas gafas especiales, que aunque a veces las pierdas y digas que no sabes dónde están, en el fondo, muy al fondo sabes que si las buscas las encuentras, sí, como tus peras.
    Eso es absurdo.
    !Qué alguien me pare!
    Pdt: me la pela que las gafas se gafen, voy a ir ciega por la vida de todas maneras...además...es feria...¡al diablo con todo!

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  5. Jajajajajaajajajajajaja
    A ésto me refería cuando decía que quería que comentases borracha: "A mi me sube la miopía pero por no verte las peras."
    Ah...así al menos el echarte de menos se hace más liviano =3
    ¡¡Vuelve!!

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